La escala del tiempo geológico
La escala de tiempo geológico es el marco de referencia para representar los eventos de la Historia de la Tierra y de la vida ordenados cronológicamente. Establece divisiones y subdivisiones de las rocas según su edad relativa y del tiempo absoluto transcurrido desde la formación de la Tierra hasta la actualidad. Esta escala es elaborada por la Unión Internacional de Ciencias Geológicas (IUGS). Nos ha sido de gran utilidad para datar los fósiles que encontramos y situar los acontecimiento que ha sufrido nuestra sierra en el tiempo.
La escala de tiempo geológico es el marco de referencia para representar los eventos de la Historia de la Tierra y de la vida ordenados cronológicamente. Establece divisiones y subdivisiones de las rocas según su edad relativa y del tiempo absoluto transcurrido desde la formación de la Tierra hasta la actualidad. Esta escala es elaborada por la Unión Internacional de Ciencias Geológicas (IUGS). Nos ha sido de gran utilidad para datar los fósiles que encontramos y situar los acontecimiento que ha sufrido nuestra sierra en el tiempo.
Fuente: IGME
Los fósiles guía
Un fósil guía, fósil índice o fósil característico es un resto paleontológico o arqueológico cuya presencia puede servir para datar con cierta precisión la unidad estratigráfica en la que se encuentra. Esto se debe a que son exclusivos de una determinada época de la historia geológica e indicadores de un determinado paleoambiente o paleoclima.
Por lo general, los taxones del pasado que dieron lugar a los fósiles guía tuvieron una duración muy corta, lo que hace que su presencia se limite a un tiempo geológico muy concreto. Es decir, si aparece un fósil guía en un estrato, dicho estrato puede ser datado con bastante exactitud. No obstante, también es cierto que unos fósiles resultan más útiles que otros en la datación de rocas.
En biocronología la razón de esta utilidad se debe a que la evolución es irreversible, lo que hace que una línea filogenética cambie con el tiempo sin que sea posible que vuelva hacia atrás. Es decir, el registro fósil no se puede repetir, no retrocede. Además, el criterio de aparición y desaparición de determinadas especies permite establecer divisiones estratigráficas relativamente fiables.
Las condiciones idóneas para que un fósil sea un buen indicador cronoestratigráfico son, en primer lugar, que pertenezca a un linaje que evolucione rápidamente, de modo que sólo aparezcan en un rango mínimo de estratos. En segundo lugar, que tengan una dispersión geográfica lo suficientemente amplia como para que puedan establecerse correlaciones entre yacimientos alejados. Por último, que no se trate de especies raras, difíciles de encontrar, y que sean abundantes en cualquier clase de yacimiento.
Entre la información que aportan los fósiles guía estaría:
- La edad de un estrato. Por ejemplo, si la roca contiene restos de fósiles de arqueociatos, que solo vivieron durante el Cámbrico, dicho estrato debe de haberse formado durante ese periodo.
- El clima y el ambiente de la región durante el periodo de su formación. Así, si un coral determinado vivía solo en mares cálidos, limpios y de poco fondo, los sedimentos que originaron la roca que contenga sus restos fósiles tendrán que haberse depositado expuestos a ese clima, siguiendo el principio del actualismo enunciado por Charles Lyell (1797-1875).
- También sirven para inferir las relaciones temporales entre estratos rocosos situados en lugares alejados. Si dos estratos alejados contienen fósiles pertenecientes a los mismos taxones, probablemente se habrán formado durante la misma edad.
Los Foraminíferos
Los foraminíferos son unos organismos eucariotas unicelulares (protozoos) que aparecieron ya en el periodo Silúrico, hace unos 440 millones de años, y que han perdurado hasta la actualidad. Habitan principalmente las aguas marinas y están provistos de unas conchas calcáreas que quedan fácilmente preservadas en el registro fósil, hecho que los hace muy útiles como fósiles guía.
Muchos de ellos poseen un tamaño considerable para ser unicelulares (macroforaminíferos), ya que oscilan entre poco menos de 1 cm y los 20 cm, suelen ser carnívoros y viven sobre el fondo marino. Otros poseen un tamaño comprendido entre 0´1 mm y 1 mm (microforaminíferos) son planctónicos y herbívoros. Algunos de ellos viven en simbiosis con organismos fotosintéticos, por lo que se localizan cerca de la superficie o en fondos marinos donde puede llegar la luz.
En mares cálidos hay numerosas especies mientras que en los mares fríos el número de especies es escaso. Los foraminíferos registran con bastante precisión en sus conchas la salinidad y temperatura de las aguas, por lo que son excelentes indicadores paleoclimáticos. La extinción masiva de estos organismos indica grandes catástrofes.
Entre ellos, los Nummulites vivieron en los mares del Paleoceno y el Eoceno, hace entre 66 y 40 millones de años. Sus conchas se encuentran frecuentemente en estratos de esta época y pueden alcanzar 6 cm de diámetro. Son comunes en las rocas del antiguo Mar de Tetis, particularmente en rocas calizas del Eoceno depositadas en torno al actual Mediterráneo (por ejemplo, Egipto o España). Tienen un gran interés como fósiles guía para datar estas dos épocas.
Los nummulites que existen en las rocas cercanas al monte Olimpo, eran considerados en la antigua Grecia como lentejas petrificadas procedentes de los banquetes de los dioses, o de los restos de las comidas de los esclavos que las construyeron las pirámides en el caso del Antiguo de Egipto.
Nummulites es un diminutivo de la palabra latina “nummulus” que significa pequeña moneda, debido a su forma, según nos describe el Diccionario de la Real Academia de la Lengua.
Fuente: Geoparque de Sobrarbe
Fuente: Antonio Ramos Jiménez en www.regmurcia.es
Las rocas calcáreas
Muchas montañas de la Península están formadas por rocas calcáreas -o también conocidas como calizas-, especialmente la mitad oriental y meridional, como bien se explica en el libro digital “España en mapas” del Instituto Geográfico Nacional.
Para reconocer este tipo de rocas, los geólogos aplican una gota de ácido clorhídrico (HCl), de tal manera que si salen burbujas lo será. La reacción que se produce es la siguiente:
CaCO3 + 2HCl = CO2 + CaCl2 + H2O
La caliza, formada por CaCO3 (carbonato cálcico) se deshace para formar CO2 (dióxido de carbono), que producirá las burbujas porque surge en forma de gas, CaCl2 (cloruro de calcio) y agua.
La caliza es una roca sedimentaria compuesta mayoritariamente por carbonato de calcio (CaCO3), aunque frecuentemente presenta trazas de magnesita (MgCO3) y otros carbonatos. También puede contener pequeñas cantidades de minerales como arcilla, hematites, siderita, cuarzo, etc., que modifican (a veces sensiblemente) el color y el grado de coherencia de la roca.
Geología de la provincia de Alicante
Según Estévez et al. (2004), la provincia de Alicante está incluida, en su totalidad, en la Cordillera Bética, que se formó durante el plegamiento alpino, hace unos 100 millones de años. En ella están representados los dos grandes dominios de este orógeno alpino: las zonas externas al norte y las zonas Internas al sur. Además, sobre estos dos dominios se apoyan un conjunto de cuencas sedimentarias de edad neógeno-cuaternaria.
También existe una gran variedad de formaciones kársticas, afloramientos relacionados con la posible desecación del Mediterráneo, estructuras tectónicas ligadas a la evolución de este orógeno alpino, muchas de ellas aún activas, y estructuras diapíricas debido a la presencia de arcillas y evaporitas triásicas.
Pero, ¿de qué están compuestas las rocas de Alicante? Según la web “Senderos de Alicante”, de la Diputación de Alicante, podemos leer que las plataformas del antiguo Tethys se depositaban principalmente dos componentes: arcilla y carbonato cálcico. La arcilla procedía de la erosión de los relieves emergidos al norte, en Iberia. El carbonato cálcico provenía en su mayor parte de caparazones de pequeños organismos planctónicos que se acumulaban en el fondo. La mezcla de estos dos componentes en diferentes proporciones da lugar a diferentes tipos de rocas sedimentarias carbonatadas que, con mucha diferencia, son las más abundantes de la provincia de Alicante (calizas, calizas margosas, margas, margocalizas, etc.).
Al inicio del Jurásico, las aguas del Tethys inundaron las tierras emergidas del sur de Iberia donde previamente, durante el Triásico, se situaban los ríos y lagunas costeras. Se formó una plataforma marina de grandes dimensiones donde se depositaron lodos carbonatados que con el paso del tiempo se transformaron en calizas y dolomías. Así continuó la historia durante muchos millones de años, desde el Jurásico hasta finales del Paleógeno. El resultado de este proceso fue una acumulación de varios miles de metros de capas de rocas. Estas rocas carbonatadas marinas constituyen casi la totalidad de las sierras alicantinas, a excepción de las de Orihuela y Callosa que tienen un origen diferente.
Las rocas sedimentarias se caracterizan por presentarse en capas o estratos. Un estrato es un nivel de roca limitado por dos superficies en general planas. Cada estrato se ha depositado en unas condiciones sedimentarias determinadas más o menos constantes. Cuando estas condiciones cambian o se interrumpe la sedimentación se forman estas superficies de estratificación. Estos estratos son como las páginas de un inmenso libro en el que está escrita una larga historia de varios miles de millones de años.
Los sedimentos, con el paso del tiempo, se convierten en rocas sedimentarias. El lodo calcáreo se transforma en calizas y margas. Durante este cambio, conocido como diagénesis, el sedimento original pierde porosidad, se compacta y, en ocasiones, en sus poros precipitan sustancias disueltas en los fluidos intersticiales. Todo ello provoca un endurecimiento del material hasta convertirlo en roca. Los restos más resistentes de los organismos que poblaban el fondo del mar terminan convirtiéndose en fósiles. También pueden aparecer depósitos de nuevos minerales entre los originalmente formados como es el caso del sílex, el cuál es frecuente encontrarlo entre los grandes depósitos de rocas calcáreas.
Geología de la Foia de Castalla
En la web del Instituto Geológico y Minero de España (IGME) podemos encontrar mapas geológicos de toda España. La Sierra de Onil la encontramos representada en la hoja 846, la cual recoge, además, las motañas de todo el valle conocido como Foia de Castalla, al cual pertenece nuestra sierra.
En este mapa observamos todos los tipos de formaciones y rocas que hay en nuestra zona. Así, vemos que en nuestra sierra hay materiales desde el Triásico a la actualidad, pasando por el Paleógeno y el Neógeno.
La caliza es una roca sedimentaria compuesta mayoritariamente por carbonato de calcio (CaCO3), aunque frecuentemente presenta trazas de magnesita (MgCO3) y otros carbonatos. También puede contener pequeñas cantidades de minerales como arcilla, hematites, siderita, cuarzo, etc., que modifican (a veces sensiblemente) el color y el grado de coherencia de la roca.
Geología de la provincia de Alicante
Según Estévez et al. (2004), la provincia de Alicante está incluida, en su totalidad, en la Cordillera Bética, que se formó durante el plegamiento alpino, hace unos 100 millones de años. En ella están representados los dos grandes dominios de este orógeno alpino: las zonas externas al norte y las zonas Internas al sur. Además, sobre estos dos dominios se apoyan un conjunto de cuencas sedimentarias de edad neógeno-cuaternaria.
También existe una gran variedad de formaciones kársticas, afloramientos relacionados con la posible desecación del Mediterráneo, estructuras tectónicas ligadas a la evolución de este orógeno alpino, muchas de ellas aún activas, y estructuras diapíricas debido a la presencia de arcillas y evaporitas triásicas.
Pero, ¿de qué están compuestas las rocas de Alicante? Según la web “Senderos de Alicante”, de la Diputación de Alicante, podemos leer que las plataformas del antiguo Tethys se depositaban principalmente dos componentes: arcilla y carbonato cálcico. La arcilla procedía de la erosión de los relieves emergidos al norte, en Iberia. El carbonato cálcico provenía en su mayor parte de caparazones de pequeños organismos planctónicos que se acumulaban en el fondo. La mezcla de estos dos componentes en diferentes proporciones da lugar a diferentes tipos de rocas sedimentarias carbonatadas que, con mucha diferencia, son las más abundantes de la provincia de Alicante (calizas, calizas margosas, margas, margocalizas, etc.).
Al inicio del Jurásico, las aguas del Tethys inundaron las tierras emergidas del sur de Iberia donde previamente, durante el Triásico, se situaban los ríos y lagunas costeras. Se formó una plataforma marina de grandes dimensiones donde se depositaron lodos carbonatados que con el paso del tiempo se transformaron en calizas y dolomías. Así continuó la historia durante muchos millones de años, desde el Jurásico hasta finales del Paleógeno. El resultado de este proceso fue una acumulación de varios miles de metros de capas de rocas. Estas rocas carbonatadas marinas constituyen casi la totalidad de las sierras alicantinas, a excepción de las de Orihuela y Callosa que tienen un origen diferente.
Las rocas sedimentarias se caracterizan por presentarse en capas o estratos. Un estrato es un nivel de roca limitado por dos superficies en general planas. Cada estrato se ha depositado en unas condiciones sedimentarias determinadas más o menos constantes. Cuando estas condiciones cambian o se interrumpe la sedimentación se forman estas superficies de estratificación. Estos estratos son como las páginas de un inmenso libro en el que está escrita una larga historia de varios miles de millones de años.
Los sedimentos, con el paso del tiempo, se convierten en rocas sedimentarias. El lodo calcáreo se transforma en calizas y margas. Durante este cambio, conocido como diagénesis, el sedimento original pierde porosidad, se compacta y, en ocasiones, en sus poros precipitan sustancias disueltas en los fluidos intersticiales. Todo ello provoca un endurecimiento del material hasta convertirlo en roca. Los restos más resistentes de los organismos que poblaban el fondo del mar terminan convirtiéndose en fósiles. También pueden aparecer depósitos de nuevos minerales entre los originalmente formados como es el caso del sílex, el cuál es frecuente encontrarlo entre los grandes depósitos de rocas calcáreas.
Geología de la Foia de Castalla
En la web del Instituto Geológico y Minero de España (IGME) podemos encontrar mapas geológicos de toda España. La Sierra de Onil la encontramos representada en la hoja 846, la cual recoge, además, las motañas de todo el valle conocido como Foia de Castalla, al cual pertenece nuestra sierra.
En este mapa observamos todos los tipos de formaciones y rocas que hay en nuestra zona. Así, vemos que en nuestra sierra hay materiales desde el Triásico a la actualidad, pasando por el Paleógeno y el Neógeno.
Fuente: IGME
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